VI.- Nuevos quebrantos procedentes de los nuevos sistemas (Fragmentos extraнdos del manuscrito de un viejo solitario)

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Asн como hay sujetos que se entretienen en buscar substitutos a los reyes para gobernar los Estados y otros se creen ellos mismos Cйsares y Triptolemos, otros, aъn mбs soberbios, colocan a Dios en segundo tйrmino y crean el universo con su pluma, como al principio lo creу Dios con su palabra.

Uno de йstos, de los primeros que conocн, presunto descendiente de Tales, llamado Telliamed, me dijo que las montaсas y los hombres habнan nacido de las aguas del mar; el hombre era un animal marino que luego se volviу anfibio, hasta convertir su hermosa cola de pez en muslos y piernas. A mн, que tenнa llena la cabeza de las metamorfosis de Ovidio, y de un libro que explicaba cуmo el linaje humano procedнa de los babuinos, tanto me daba descender de un pescado como de un simio.

Con el tiempo me sobrevinieron algunas dudas acerca de esta genealogнa, como tambiйn acerca de la formaciуn de las montaсas.

—Pues que, їno sabe usted —me dijo Telliamed— que las corrientes del mar desplazan a uno y otro lado la arena que encuentran a su paso, lo cual va formando montoncitos, que al cabo de infinitos siglos son montaсas de 20.000 pies de alto, en las que, por cierto, no hay arena? Sepa usted que el mar ha cubierto el globo entero, y la prueba es que se han encontrado anclas de navнo en la montaсa de San Bernardo, que estaban allн desde muchos siglos antes de que los hombres tuvieran navнos. La tierra es como un globo de vidrio, el cual estuvo largos siglos cubierto de agua.

Cuanto mбs me explicaba su doctrina mayor era mi incredulidad.

—їNo ha visto usted —insistiу—, las capas de concha de la Turena, a 36 leguas de distancia del mar? Son restos de conchas de ostras y con ellos los labradores abonan la tierra como con estiйrcol. El mar ha depositado, a travйs del tiempo, una mina entera de conchas a 36 leguas del ocйano.

Respondнle yo:

—Seсor Telliamed: yo no puedo creer que sea de vidrio mi jardнn, y en cuanto a su capa de conchas, dudo mucho que sea de conchas marinas; muy bien pudieran ser piedrecillas calizas que con facilidad parecen fragmentos de conchas, como hay piedras que tienen forma de lengua y no son lenguas; de estrellas sin ser astros; de culebras enroscadas, y no son culebras; de partes naturales del bello sexo, y no por eso son restos de mujeres. Vemos tambiйn rocas que semejan бrboles y casas, sin que hayan sido nunca encinas ni edificios. Si tantos estratos de conchas ha depositado el mar en la Turena, їpor quй no ha hecho lo mismo en la Bretaсa, la Normandнa, la Picardнa y los demбs terrenos costeros? Mucho es que tan decantado filуn de conchas proceda del mar como proceden los hombres; pero dado caso que hubiese penetrado el mar a 36 leguas tierra adentro, no quiere decir que avanzase 300 y hasta 3.000, y que todas las montaсas hayan emergido de las aguas. Tanto vale decir que el Cбucaso fue formado por el mar, como afirmar que lo fue el mar por el Cбucaso.

—їPues quй responderб usted, seсor incrйdulo, respecto a las ostras petrificadas que se han encontrado en las cumbres de los Alpes?

—Responderй, seсor creador, que asн he visto otras petrificaciones como anclas de navнos en lo alto del San Bernardo; responderй lo que estб contestado: que se encontraron conchas que fбcilmente se petrifican, a distancias muy considerables del mar, asн como se han descubierto medallas romanas a cien leguas de Roma. Siempre creerй mejor que los peregrinos que iban a Santiago perdieron algunas de las conchas que llevaban, que ha sido formado por el mar el monte San Bernardo. Conchas se encuentran en todas partes. No estб probado que procedan del mar en vez de ser caparazones de crustбceos procedentes de los lagos.

—Seсor incrйdulo, yo le ridiculizarй a usted en el mundo que me propongo crear.

Seсor creador, como usted quiera; cada uno es dueсo de sus acciones en este mundo; pero nunca me convencerб de que sea de vidrio йste en que vivimos, ni que el hallazgo de unas conchas demuestre que los Alpes y el monte Tauro fuesen formados por el mar. En las montaсas de Amйrica no hay concha ninguna; habrб que pensar que no es usted el creador del otro hemisferio, y que se ha contentado con crear el viejo mundo. Esto ya basta y sobra.

—Seсor mнo, si aъn no se han descubierto conchas en las montaсas de Amйrica, ya se descubrirбn.

—Seсor mнo, eso se llama hablar como creador, que sabe lo que hay y lo que ha de ser. Si usted quiere, yo le dejarй su mina de conchas, con tal que me deje mis montaсas; y con esto serй el mбs obediente y seguro servidor de Vuestra Providencia.

Mientras asн me instruнa Telliamed, un jesuita irlandйs, excelente investigador y que tenнa un buen microscopio, creу anguilas con harina de trigo. Al punto se tuvo por cosa segura que con la harina del pan candeal podrнan crearse hombres, ya que muy pronto se obtendrнan molйculas orgбnicas. їY por quй no? Puesto que el cйlebre geуmetra Fatio resucitaba muertos en Londres, no habнa inconveniente en hacer hombres vivos en Parнs con partнculas orgбnicas; mas la desgracia ordenу que desaparecieran las nuevas anguilas de Needham, y con ellas los sabios que fueron a refugiarse al paнs de las mуnadas, todo йl lleno de materia sutil, globulosa y estriada.

No quiero decir que no hayan servido mucho para el adelanto de la fнsica estos inventores de sistemas, ni plegue a Dios que disminuya yo el mйrito de sus tareas; pueden compararse con los alquimistas, que trabajan por hacer oro, que nadie hace y han hallado excelentes remedios de botica o cosas muy curiosas cuando menos. Posible es que sea uno hombre de singular entendimiento y no comprenda ni la formaciуn de los animales, ni la estructura del planeta.

Pero ni los peces convertidos en hombres, ni las aguas en montaсas, me hubieran acarreado nunca los perjuicios que me causу el seсor Boudet, y eso que yo no hacнa sino exponer mis dudas sin enfadarme. Poco despuйs conocн a un lapуn, filуsofo profundo, que me brindу ayuda. Era hombre que no consentнa que nadie le llevase la contraria. Lo primero que hizo fue vaticinar el futuro, lo que me produjo tal exaltaciуn que caн enfermo; pero me curу untбndome con trementina de pies a cabeza. Apenas pude andar, me propuso que hiciйramos un viaje a las tierras australes para disecar cabezas de gigantes, con objeto de averiguar quй cosa era el alma. Como a mн me ponen malo los viajes por mar, marcharнamos por tierra, atravesando el globo terrбqueo con un agujero que irнa a parar a los Patagones. Pero, a la entrada del agujero me rompн una pierna, y costу mucho trabajo componйrmela; al fin se formу en la fractura un callo, lo que aliviу mi situaciуn. Mi filуsofo lapуn llamбbase seсor de Maupertuis, hombre que en sus obras dejarб a la posteridad todos los descubrimientos que llevo apuntados.

Asн como hay sujetos que se entretienen en buscar substitutos a los reyes para gobernar los Estados y otros se creen ellos mismos Cйsares y Triptolemos, otros, aъn mбs soberbios, colocan a Dios en segundo tйrmino y crean el universo con su pluma, como al principio lo creу Dios con su palabra.

Uno de йstos, de los primeros que conocн, presunto descendiente de Tales, llamado Telliamed, me dijo que las montaсas y los hombres habнan nacido de las aguas del mar; el hombre era un animal marino que luego se volviу anfibio, hasta convertir su hermosa cola de pez en muslos y piernas. A mн, que tenнa llena la cabeza de las metamorfosis de Ovidio, y de un libro que explicaba cуmo el linaje humano procedнa de los babuinos, tanto me daba descender de un pescado como de un simio.

Con el tiempo me sobrevinieron algunas dudas acerca de esta genealogнa, como tambiйn acerca de la formaciуn de las montaсas.

—Pues que, їno sabe usted —me dijo Telliamed— que las corrientes del mar desplazan a uno y otro lado la arena que encuentran a su paso, lo cual va formando montoncitos, que al cabo de infinitos siglos son montaсas de 20.000 pies de alto, en las que, por cierto, no hay arena? Sepa usted que el mar ha cubierto el globo entero, y la prueba es que se han encontrado anclas de navнo en la montaсa de San Bernardo, que estaban allн desde muchos siglos antes de que los hombres tuvieran navнos. La tierra es como un globo de vidrio, el cual estuvo largos siglos cubierto de agua.

Cuanto mбs me explicaba su doctrina mayor era mi incredulidad.

—їNo ha visto usted —insistiу—, las capas de concha de la Turena, a 36 leguas de distancia del mar? Son restos de conchas de ostras y con ellos los labradores abonan la tierra como con estiйrcol. El mar ha depositado, a travйs del tiempo, una mina entera de conchas a 36 leguas del ocйano.

Respondнle yo:

—Seсor Telliamed: yo no puedo creer que sea de vidrio mi jardнn, y en cuanto a su capa de conchas, dudo mucho que sea de conchas marinas; muy bien pudieran ser piedrecillas calizas que con facilidad parecen fragmentos de conchas, como hay piedras que tienen forma de lengua y no son lenguas; de estrellas sin ser astros; de culebras enroscadas, y no son culebras; de partes naturales del bello sexo, y no por eso son restos de mujeres. Vemos tambiйn rocas que semejan бrboles y casas, sin que hayan sido nunca encinas ni edificios. Si tantos estratos de conchas ha depositado el mar en la Turena, їpor quй no ha hecho lo mismo en la Bretaсa, la Normandнa, la Picardнa y los demбs terrenos costeros? Mucho es que tan decantado filуn de conchas proceda del mar como proceden los hombres; pero dado caso que hubiese penetrado el mar a 36 leguas tierra adentro, no quiere decir que avanzase 300 y hasta 3.000, y que todas las montaсas hayan emergido de las aguas. Tanto vale decir que el Cбucaso fue formado por el mar, como afirmar que lo fue el mar por el Cбucaso.

—їPues quй responderб usted, seсor incrйdulo, respecto a las ostras petrificadas que se han encontrado en las cumbres de los Alpes?

—Responderй, seсor creador, que asн he visto otras petrificaciones como anclas de navнos en lo alto del San Bernardo; responderй lo que estб contestado: que se encontraron conchas que fбcilmente se petrifican, a distancias muy considerables del mar, asн como se han descubierto medallas romanas a cien leguas de Roma. Siempre creerй mejor que los peregrinos que iban a Santiago perdieron algunas de las conchas que llevaban, que ha sido formado por el mar el monte San Bernardo. Conchas se encuentran en todas partes. No estб probado que procedan del mar en vez de ser caparazones de crustбceos procedentes de los lagos.

—Seсor incrйdulo, yo le ridiculizarй a usted en el mundo que me propongo crear.

Seсor creador, como usted quiera; cada uno es dueсo de sus acciones en este mundo; pero nunca me convencerб de que sea de vidrio йste en que vivimos, ni que el hallazgo de unas conchas demuestre que los Alpes y el monte Tauro fuesen formados por el mar. En las montaсas de Amйrica no hay concha ninguna; habrб que pensar que no es usted el creador del otro hemisferio, y que se ha contentado con crear el viejo mundo. Esto ya basta y sobra.

—Seсor mнo, si aъn no se han descubierto conchas en las montaсas de Amйrica, ya se descubrirбn.

—Seсor mнo, eso se llama hablar como creador, que sabe lo que hay y lo que ha de ser. Si usted quiere, yo le dejarй su mina de conchas, con tal que me deje mis montaсas; y con esto serй el mбs obediente y seguro servidor de Vuestra Providencia.

Mientras asн me instruнa Telliamed, un jesuita irlandйs, excelente investigador y que tenнa un buen microscopio, creу anguilas con harina de trigo. Al punto se tuvo por cosa segura que con la harina del pan candeal podrнan crearse hombres, ya que muy pronto se obtendrнan molйculas orgбnicas. їY por quй no? Puesto que el cйlebre geуmetra Fatio resucitaba muertos en Londres, no habнa inconveniente en hacer hombres vivos en Parнs con partнculas orgбnicas; mas la desgracia ordenу que desaparecieran las nuevas anguilas de Needham, y con ellas los sabios que fueron a refugiarse al paнs de las mуnadas, todo йl lleno de materia sutil, globulosa y estriada.

No quiero decir que no hayan servido mucho para el adelanto de la fнsica estos inventores de sistemas, ni plegue a Dios que disminuya yo el mйrito de sus tareas; pueden compararse con los alquimistas, que trabajan por hacer oro, que nadie hace y han hallado excelentes remedios de botica o cosas muy curiosas cuando menos. Posible es que sea uno hombre de singular entendimiento y no comprenda ni la formaciуn de los animales, ni la estructura del planeta.

Pero ni los peces convertidos en hombres, ni las aguas en montaсas, me hubieran acarreado nunca los perjuicios que me causу el seсor Boudet, y eso que yo no hacнa sino exponer mis dudas sin enfadarme. Poco despuйs conocн a un lapуn, filуsofo profundo, que me brindу ayuda. Era hombre que no consentнa que nadie le llevase la contraria. Lo primero que hizo fue vaticinar el futuro, lo que me produjo tal exaltaciуn que caн enfermo; pero me curу untбndome con trementina de pies a cabeza. Apenas pude andar, me propuso que hiciйramos un viaje a las tierras australes para disecar cabezas de gigantes, con objeto de averiguar quй cosa era el alma. Como a mн me ponen malo los viajes por mar, marcharнamos por tierra, atravesando el globo terrбqueo con un agujero que irнa a parar a los Patagones. Pero, a la entrada del agujero me rompн una pierna, y costу mucho trabajo componйrmela; al fin se formу en la fractura un callo, lo que aliviу mi situaciуn. Mi filуsofo lapуn llamбbase seсor de Maupertuis, hombre que en sus obras dejarб a la posteridad todos los descubrimientos que llevo apuntados.