II.- Conversaciуn con un geуmetra
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Muchas veces sucede que no sabe uno quй responder a un argumento que no convence aunque sea lуgico. Un cierto escrъpulo, cierta repugnancia impiden creer lo que estб probando. Nos explica un geуmetra que entre un cнrculo y una tangente pueden pasar infinidad de lнneas curvas, y que no es posible que pase una recta; los ojos y la razуn nos dicen lo contrario; el geуmetra afirma que se trata de un infinito de segundo orden. Uno se calla sorprendido, sin entender nada y sin replicarle. Consulta luego con otro geуmetra, menos rнgido y le oye decir: «Suponemos, lo que no existe en la naturaleza, lнneas con longitud y sin grosor; fнsicamente hablando, es imposible que una lнnea real corte a otra; ni curva ni recta, ninguna lнnea real puede pasar por entre otras dos en su punto de contacto. Creer otra cosa es fantasear, es un juego de la inteligencia; la geometrнa verdadera es el arte de medir las cosas existentes».
Cuando yo oн esta confesiуn de labios de un matemбtico, en medio de mi desventura, me echй a reнr al considerar que hasta en las ciencias exactas hay mixtificaciуn y engaсo.
Era mi geуmetra un ciudadano filуsofo, que algunas veces se habнa dignado discutir conmigo en mi pobre vivienda. Decнale yo:
—Caballero, usted ilustra a los papanatas de Parнs acerca de lo que mбs importa a los hombres, que es la duraciуn de la vida humana; si el gobierno sabe cuбnto debe pagar de renta a cada uno de los beneficiarios de su deuda segъn la edad de ellos, gracias a usted existe un proyecto para llevar a cada casa de Parнs el agua que le hace falta, y librarnos, al fin, del vergonzoso pregуn de «їquiйn compra agua?» y de ver muchos que suben cubos de ella a un cuarto piso. Ahora bien, dнgame por favor, cuбntos animales bнmanos y bнpedos hay en Francia.
El geуmetra:
Dicen que hay unos 20.000.000 y yo acepto el cбlculo, que es muy probable, mientras se comprueba, cosa que serнa muy fбcil y que aъn no han hecho, porque nunca se piensa en todo.
El hombre de los cuarenta escudos:
їCuбntas fanegas de tierra tiene Francia?
El geуmetra:
Ciento sesenta millones; cerca de la mitad en bosques, lugares, villas y ciudades, pбramos, pantanos, arenales, terrenos estйriles, conventos inъtiles, jardines de recreo, mбs agradables que ъtiles, tierras sin cultivar, y tierras muy malas y peor cultivadas. Los campos que dan fruto, se pueden reducir a 100.000.000 de fanegas; pero, pongamos ciento cinco, porque no se diga que somos mezquinos con nuestra patria.
El hombre de los cuarenta escudos:
їCuбnto cree usted que da cada fanega, un aсo con otro, tйrmino medio, de trigo y de toda especie de semillas, vino, leсa, metales, animales, fruta, lana, seda, leche, aceite, etc., deducidos los gastos, y sin contar el impuesto?
El geуmetra:
Si una con otra produce 100 reales, serб todo lo mбs, pero contemos hasta diez escudos por no desalentar a nuestros compatriotas: tierras hay que dan hasta 100 por fanega, y otras que no producen arriba de uno; la media proporcional entre uno y ciento es diez, porque bien sabe usted que uno es a diez como diez es ciento. Bien es verdad que si hubiese muchas fanegas que diesen diez, y muy pocas que diesen ciento, no saldrнa la cuenta; pero vuelvo a decir que no me quiero parar en menudencias.
El hombre de los cuarenta escudos:
їY cuбnto producen en dinero los 105.000.000 de fanegas de tierra?
El geуmetra:
La cuenta es clara: 1.050.000.000 de escudos, valor actual de la plata.
El hombre de los cuarenta escudos:
He leнdo, no sй dуnde, que el rey Salomуn poseнa 100.000 millones de reales en dinero efectivo. En Francia no hay arriba de 9.900.000.000 en circulaciуn. Sin embargo, Francia es segъn me han dicho, un reino mucho mayor y mбs rico que el de Salomуn.
El geуmetra:
Eso es una incуgnita. Acaso no llega a 4.000.000.000 el dinero que circula en Francia; pero como pasa de mano en mano para pagar todas las mercancнas y todo cuanto se trabaja, un mismo escudo puede ir y volver mil veces del bolsillo del labrador al del tabernero y de йste al del recaudador de contribuciones.
El hombre de los cuarenta escudos:
Ya entiendo. Pero usted me ha dicho que йramos 20.000.000 de habitantes entre hombres y mujeres, niсos y viejos: їcuбnto toca a cada uno?
El geуmetra:
Cuarenta escudos poco mбs o menos.
El hombre de los cuarenta escudos:
Esa es cabalmente mi renta; cinco fanegas de tierra tengo, que contando los aсos de barbecho con los de producto, me valen 550 reales, que es poquнsima cosa. Asн pues, si cada uno poseyera igual porciуn de tierra їno obtendrнa mбs de 27 escudos y medio al aсo?
El geуmetra:
Nada mбs, segъn mi cбlculo que tal vez he exagerado un poco. La vida y el dinero son cosas limitadнsimas. En Parнs se vive en promedio, de veintidуs a veintitrйs aсos, y tiene 40 escudos anuales para sus gastos cada francйs. Esa cantidad representa lo que usted come, lo que gasta en vestirse, en muebles, en alquiler de casa, etc.
El hombre de los cuarenta escudos:
їQuй mal le he hecho a usted que asн me priva de mi vida y de mi dinero? їConque, no tengo mбs que veintitrйs aсos de vida, a menos que robe una parte de la de mis prуjimos?
El geуmetra:
Asн ocurre en la buena ciudad de Parнs; pero de esos veintitrйs aсos hay que quitar diez por lo menos de la niсez, porque los niсos no gozan de la vida que se preparan a vivir. La infancia es el vestнbulo del edificio, el бrbol que todavнa no da fruto, el amanecer del dнa. Quite usted ahora de los trece aсos que restan la mitad por lo menos de sueсo y de aburrimiento, y quedan seis aсos y medio, que se van en pesares, enfermedades, placeres fugaces y esperanzas baldнas.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎDios mнo! Segъn esa cuenta, apenas me quedan tres aсos de existencia tolerable.
El geуmetra:
No es culpa mнa. La naturaleza se preocupa muy poco de los individuos. Insectos hay, que no viven arriba de veinticuatro horas, pero su especie dura siempre. La naturaleza es parecida a los prнncipes ilustres a quienes no importa la pйrdida de 400.000 hombres en una batalla, con tal de llevar a cabo sus ambiciosos designios.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎCuarenta escudos y tres aсos de vida! їY quй remedio encuentra usted para estos dos males?
El geуmetra:
Para alargar la vida serнa necesario purificar el aire de Parнs, que fuese la gente menos viciosa, que hiciera mбs ejercicio, que las madres criasen a sus hijos, que no temiesen la inoculaciуn; todo esto, ya lo he dicho en alguna parte. En cuanto a lo demбs, lo mбs acertado es casarse, y hacer chicos.
El hombre de los cuarenta escudos:
їEntonces el medio de vivir bien es juntar mi pobreza con la miseria ajena?
El geуmetra:
Cinco o seis miserias juntas hacen un mediano bienestar. Con una mujer que trabaje, dos hijos y dos hijas, junta usted 300 escudos para el hogar, suponiendo que la reparticiуn sea igual, y que tenga cada individuo cuarenta escudos de renta. Los hijos en la primera infancia cuestan muy poco, cuando son grandes ayudan; su auxilio le ahorra a usted casi todo gasto, y vive feliz como un filуsofo, a menos que los seсores que gobiernan el Estado cometan el abuso de imponer a cada uno de ustedes 25 escudos de contribuciones al aсo. Por desgracia, no estamos en el siglo de oro, en que todos eran iguales, y tenнan la misma participaciуn en los pingьes beneficios de una tierra que producнa sin que la cultivasen. Hoy estamos muy distantes de que cada animal de dos pies y dos manos sea dueсo de una tierra que produzca 40 escudos al aсo.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎUsted nos quita el pan de la boca! Hace poco me decнa que en un paнs con 100.000.000 de fanegas de buena tierra y 20.000.000 de habitantes, le tocaban a cada uno 40 escudos de renta, y ahora nos los quita usted.
El geуmetra:
Sн, pero calculaba segъn los libros de caja del siglo de oro, y es menester contar con arreglo a los del de hierro. Muchos individuos hay que carecen de lo que representa el valor de 25 escudos de renta; otros que no tienen el de cuatro o cinco, y pasan de 6.000.000 los que no poseen nada.
El hombre de los cuarenta escudos:
Pero, esos se morirбn de hambre al cabo de tres dнas.
El geуmetra:
No por cierto, los que poseen les dan trabajo y asн son pagados el teуlogo, el confitero, el boticario, el predicador, el comediante, el procurador y el cochero. Usted se creнa digno de compasiуn porque no tiene mбs de 450 reales al aсo, reducidos a 400; pues vea a los soldados que vierten su sangre por la patria; y que a razуn de seis cuartos al dнa no suman arriba de 257 reales con 22 cйntimos, y a pesar de ello viven muy satisfechos y juntan sus ranchos.
El hombre de los cuarenta escudos:
Pues segъn eso, un ex jesuita tiene de pensiуn mбs de cinco veces la paga del soldado, aunque los soldados hayan rendido mбs servicios al Estado, a la vista del rey en Fontenoy, en Lewfelt y en el sitio de Friburgo que cuantos pudiera alegar el reverendo padre La Valette.
El geуmetra:
Eso es muy cierto, como lo es tambiйn que cada jesuita secularizado tiene mбs de lo que costaba a su convento, y muchos de ellos han ganado bastante dinero escribiendo folletos contra los parlamentos, como el reverendo padre Patouillet y el reverendo padre Nonotte. En este mundo cada uno se las ingenia como puede; йste dirige una fбbrica de tejidos, aquйl otra de loza, el otro es empresario de la Opera, uno compone la gaceta eclesiбstica, otro una tragicomedia o una novela al estilo inglйs, y entre todos mantienen al papelero, al fabricante de tinta, al librero y al encuadernador, que si no fuera por ellos pedirнan limosna. Todo se resume en que la restituciуn de los 40 escudos a los que nada tienen, hace que viva y florezca el Estado.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎLindo modo de florecer!
El geуmetra:
Pues no hay otro; en todo paнs el rico hace que viva el pobre, y esa es la ъnica razуn de ser de la industria. Cuanto mбs industriosa es una naciуn mбs ganancia obtiene de los extranjeros. Si logrбsemos de los paнses extranjeros 40.000.000 de reales al aсo, en el intercambio comercial, dentro de veinte aсos dispondrнa el Estado de 800.000.000 mбs, que serнan 40 reales mбs por cabeza que repartir; esto es, los negociantes harнan ganar a cada pobre 40 reales mбs con la esperanza de obtener ganancias todavнa mбs considerables. Pero el comercio tiene sus lнmites, lo mismo que la fertilidad de la tierra; si no se perderнa en el infinito; por otra parte, la balanza comercial no nos es siempre favorable; йpocas hay en que perdemos.
El hombre de los cuarenta escudos:
Muchas veces he oнdo hablar del aumento de poblaciуn. Si se nos ocurriese echar al mundo doble nъmero de chiquillos que ahora, si nuestra patria tuviese doble poblaciуn, y hubiese 40.000.000 en vez de 20, їquй sucederнa?
El geуmetra:
Que cada uno tendrнa 25 escudos menos, o bien, la tierra deberнa producir el doble de lo que produce, o que habrнa doble nъmero de pobres, o que serнa preciso duplicar la industria, y ganar doble en el comercio exterior, o enviar la mitad de la naciуn a Amйrica, o que la mitad de naciуn se comiera a la otra.
El hombre de los cuarenta escudos:
Pues contentйmonos con nuestros 20.000.000 de hombres y nuestros cuarenta escudos por cabeza, repartidos como Dios quisiera; pero esta situaciуn es muy triste, y el siglo de hierro muy duro.
El geуmetra:
Ninguna naciуn hay que sea mбs rica, y muchas hay que son mбs pobres. їCree usted que los paнses del Norte podrнan repartir por valor de 40 escudos a cada individuo? Si hubieran tenido el equivalente los hunos, los godos, los alanos, los vбndalos y los francos, no hubieran desertado de su patria para ir a establecerse en otra, arrasбndolo todo a sangre y fuego.
El hombre de los cuarenta escudos:
De creerle a usted yo soy un hombre feliz con mis 40 escudos.
El geуmetra:
Si cree usted que lo es, lo serб sin duda.
El hombre de los cuarenta escudos:
Nadie se puede figurar lo que no es, a menos de estar loco.
El geуmetra:
Ya he dicho a usted que para vivir con mбs holgura y mбs feliz es preciso que se case; pero aсado que su mujer ha de tener 40 escudos de renta como usted, es decir, 4 fanegas de tierra a 10 escudos la fanega. Los antiguos romanos no tenнan tanto. Si sus hijos de usted son laboriosos, podrбn ganar otro tanto cada uno trabajando para los demбs.
El hombre de los cuarenta escudos:
De modo que ellos han de ganar dinero para que lo pierdan otros.
El geуmetra:
Esa es la ley de todas las naciones, y a ese precio vivimos todos.
El hombre de los cuarenta escudos:
їY ha de ser forzoso que demos mi mujer y yo cada uno la mitad de nuestra cosecha al Estado y que se lleve el gobierno la mitad de lo que ganemos con nuestro trabajo y el de nuestros hijos, antes de que йstos puedan siquiera bastarse a sн mismos? їCuбnto dinero mete el gobierno en las arcas reales?
El geуmetra:
Usted paga 25 escudos por cinco fanegas de tierra que rinden 50; el rico que posee 500 fanegas pagarб 2,500 escudos, 100.000,000 de fanegas darбn al rey 500.000,000 de escudos al aсo, o sea, 5,500.000,000 de reales.
El hombre de los cuarenta escudos:
No lo creo posible.
El geуmetra:
Tiene usted razуn; y esa imposibilidad prueba matemбticamente que los cбlculos de nuestros ministros adolecen de una falsedad fundamental.
El hombre de los cuarenta escudos:
Y dнgame, їno es monstruoso quitarme la mitad de mi trigo, de mi cбсamo, de la lana de mis carneros, etc., y no exigir tributo alguno a los que ganan 40, 80 у 100.000 reales con mi cбсamo, tejiendo lienzos, con mis lanas, fabricando paсos, y con mi trigo, vendiйndolo mбs caro de lo que lo compraron?
El geуmetra:
Tan evidente es la injusticia de semejante administraciуn, como errado su cбlculo. Se debe fomentar la industria, pero tambiйn los grandes rendimientos de la industria deben tributar al Estado. Cosa es demostrada que los intermediarios le han quitado a usted parte de sus cuarenta escudos, que se han apropiado vendiйndole a usted mismo, sus camisas y sus vestidos veinte veces mбs caros que le hubieran costado si se los hubiera hecho usted. Confieso que el fabricante que a costa de usted se ha hecho rico, proporcionу un jornal a sus oficiales, que nada propio tenнan; pero ha retenido cada aсo una cantidad para sн, que al cabo le valieron 10,000 escudos de renta. Ganу, pues, este capital, a costa de usted, y usted nunca podrб venderle a йl sus productos, tan caros, que se pueda resarcir de lo perdido en lo que йl le comprу a usted. Y si usted pudiera subir su precio de venta, йl los traerнa del extranjero mбs baratos. La prueba de que asн sucede, es que los 10,000 escudos de renta del intermediario aumentan, mientras los 40 de usted no aumentan, y muchas veces disminuyen. Por tanto, serнa necesario y conforme a la equidad, que pagase mбs el comerciante que el labrador. El mismo principio rige respecto a los intendentes de hacienda. Antes que nuestros grandes ministros le quitasen a usted 20 escudos, pagaba 4, de los cuales el intendente se quedaba con 2 reales para sн; de suerte que si en la provincia de usted hay quinientas mil almas, habrб ganado 1.000,000 de reales al aсo; y suponiendo que gaste 200,000, es claro que al cabo de diez aсos tendrб un capital de 8.000.000. Justo serнa que йl pagase un impuesto sobre sus ganancias.
El hombre de los cuarenta escudos:
Le agradezco mucho que con su teorнa tenga tambiйn que pagar impuestos el intendente; con eso se alivia mi imaginaciуn. Pero si йste sabe aumentar sus ganancias, їno habrб medio para que yo aumentase tambiйn mi pobre peculio?
El geуmetra:
Ya le he dicho: cбsese, trabaje y procure sacar de la tierra algunas espigas mбs de las que antes producнa.
El hombre de los cuarenta escudos:
Supongamos que trabajo mucho, que todo el paнs hace lo mismo, que el Estado cobrу mбs impuestos, їquй provecho obtendrб la naciуn al cabo del aсo?
El geуmetra:
Ni un ochavo, a menos que sostenga un comercio exterior ventajoso. Pero el individuo habrб vivido mejor, habrб tenido mбs vestidos, mбs camisas y mбs muebles que antes; y la circulaciуn monetaria serб mayor. A ello se sigue aumento de jornales casi en proporciуn al nъmero de sacos de trigo, de vellones de carnero, de pieles de bueyes, venados y cabras que se hayan trabajado, de racimos de uvas llevadas al lagar. El rey tendrб mбs dinero dentro de sus arcas, pero no habrб un solo escudo sobrante en todo el reino.
El hombre de los cuarenta escudos:
Entonces, їquй remanente le queda al Estado?
El geуmetra:
Ninguno. Y es bien que asн suceda. El Estado ha atendido a sus necesidades y lo mismo han hecho los ciudadanos, cada uno con arreglo a sus medios. No hay atesoramiento. Si lo hace, priva a la circulaciуn de todo el dinero que acumula, y hace tantos miserables como pilas de a 50 escudos guarda en sus arcas.
El hombre de los cuarenta escudos:
Segъn eso, nuestro gran Enrique IV era un avaro y un estrujador del pueblo, pues tenнa en la Bastilla un depуsito de 200.000.000 de reales.
El geуmetra:
Enrique IV era un monarca tan prudente y bueno como valeroso. Dispuesto a emprender una guerra justa, creу una reserva de 110.000.000 de reales, moneda de entonces, dejando mбs de otros 80 millones en circulaciуn. Supo ahorrar a su pueblo mбs de 400 millones que le habrнa costado, si hubiese procedido de otro modo; el triunfo sobre un enemigo desprevenido, era seguro, segъn todo cбlculo de probabilidades.
El hombre de los cuarenta escudos:
Con razуn se ha dicho que proporcionalmente йramos mбs ricos bajo el gobierno del duque de Sully, que bajo el de los nuevos ministros, autores de la contribuciуn ъnica, y que me quitan 20 escudos de los 40 que tengo. Dнgame usted, se lo ruego, si existe alguna naciуn en el mundo que disfrute del exquisito beneficio de la contribuciуn ъnica.
El geуmetra:
Ninguna entre las grandes. Los ingleses, que no son muy propensos a la risa, se han echado a reнr al enterarse de que se habнa propuesto en nuestro paнs, y por hombres de talento, semejante idea. Verdad es, que los lapones y samoyedos pagan una contribuciуn ъnica en pieles de marta, y que la Repъblica de San Marino no paga mбs que el diezmo, con lo que mantiene el esplendor del Estado.
En nuestra Europa existe una naciуn cйlebre por su culto a la justicia y el valor de sus hijos, en la que no hay en realidad impuesto: el pueblo helvйtico; pero lo que sucede es que este pueblo recibe las antiguas rentas de los duques de Austria y Zeringen. Los cantones chicos son democrбticos, y cada habitante paga una pequeснsima suma para las necesidades del Estado. En los cantones ricos, se nutren de los censos que cobraban los archiduques de Austria y los seсores de villas y lugares. Los cantones protestantes son mбs ricos que los catуlicos, porque el Estado posee los bienes que fueron de los frailes. Asн, quienes antes eran vasallos de los archiduques de Austria, de los duques de Zeringen y de los frailes, lo son hoy dнa de la patria, y pagan a la patria los mismos diezmos, los mismos derechos y el mismo laudemio que pagaban a sus seсores antiguamente; y como, en general, los suizos trafican poco, no estб sujeto el comercio a impuesto ninguno, como no sean derechos de escasa importancia. Los hombres comercian sus personas propias con las potencias extranjeras, y se venden por algunos aсos, con lo cual obtiene el paнs saneados ingresos a costa ajena; y es un ejemplo que no tiene par en las naciones civilizadas, como tampoco lo tiene la contribuciуn ъnica establecida por nuestros legisladores.
El hombre de los cuarenta escudos:
їAsн que, seсor, a los suizos no los privan por derecho divino de la mitad de sus bienes, ni da dos vacas al Estado el que no posee mбs que cuatro?
El geуmetra:
Ni por pienso. En un cantуn que produzca trece toneladas de vino dan uno, y se beben doce; y en otro pagan la duodйcima parte, y se beben once.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎAh! Suizo me vuelvo. ЎMaldita contribuciуn la inicua y ъnica que me conducirб a pedir limosna! їPero, acaso son mбs justos y mбs llevaderos otros trescientos o cuatrocientos impuestos que ni aun sus nombres puedo conservar en la memoria. їNo los hay por el peso del carbуn, el aforo del vino, la molienda de la aceituna, la fabricaciуn del jabуn? Y todo ello para mantener ejйrcitos de granujas, mбs crecidos que el de Alejandro Magno, mandados por generales que entran a saco en un paнs, alcanzan ilustres victorias, hacen prisioneros, y hasta los ahorcan o degьellan, como hacнan los antiguos escitas, segъn he oнdo decir al cura de mi parroquia, їEra mejor ese sistema, contra el cual se levantaron tantas protestas e hizo verter tantas lбgrimas, que el que del primer envite me priva sencillamente de la mitad de mi existencia? Mucho me temo que, si bien se considera, el mйtodo antiguo no era peor, pues йste no quita a pellizcos las tres cuartas partes de nuestra hacienda.
El geуmetra:
«Iliacos intra muros peccatur, et extra...»
«Est modus in rebus...»
«Caveas ne quid nimis»
El hombre de los cuarenta escudos:
Yo sй algo de historia y de geometrнa, pero no entiendo el latнn.
El geуmetra:
Mi latнn significa: «ambos criterios se engaсan; en todo se ha de guardar moderaciуn; nada en demasнa».
El hombre de los cuarenta escudos:
Nada en demasнa; sн, seсor, en ese caso me encuentro yo, puesto que no tengo lo suficiente.
El geуmetra:
Convengo en que se morirб usted de hambre, y yo tambiйn, y el Estado tambiйn, suponiendo que la nueva administraciуn dure dos aсos mбs; esperemos que Dios tenga misericordia de nosotros.
El hombre de los cuarenta escudos:
Esperando se pasa la vida, y esperando se muere uno. Quede usted con Dios; salgo instruido, pero desconsolado.
El geуmetra:
Ese es muchas veces el fruto de la ciencia.
Muchas veces sucede que no sabe uno quй responder a un argumento que no convence aunque sea lуgico. Un cierto escrъpulo, cierta repugnancia impiden creer lo que estб probando. Nos explica un geуmetra que entre un cнrculo y una tangente pueden pasar infinidad de lнneas curvas, y que no es posible que pase una recta; los ojos y la razуn nos dicen lo contrario; el geуmetra afirma que se trata de un infinito de segundo orden. Uno se calla sorprendido, sin entender nada y sin replicarle. Consulta luego con otro geуmetra, menos rнgido y le oye decir: «Suponemos, lo que no existe en la naturaleza, lнneas con longitud y sin grosor; fнsicamente hablando, es imposible que una lнnea real corte a otra; ni curva ni recta, ninguna lнnea real puede pasar por entre otras dos en su punto de contacto. Creer otra cosa es fantasear, es un juego de la inteligencia; la geometrнa verdadera es el arte de medir las cosas existentes».
Cuando yo oн esta confesiуn de labios de un matemбtico, en medio de mi desventura, me echй a reнr al considerar que hasta en las ciencias exactas hay mixtificaciуn y engaсo.
Era mi geуmetra un ciudadano filуsofo, que algunas veces se habнa dignado discutir conmigo en mi pobre vivienda. Decнale yo:
—Caballero, usted ilustra a los papanatas de Parнs acerca de lo que mбs importa a los hombres, que es la duraciуn de la vida humana; si el gobierno sabe cuбnto debe pagar de renta a cada uno de los beneficiarios de su deuda segъn la edad de ellos, gracias a usted existe un proyecto para llevar a cada casa de Parнs el agua que le hace falta, y librarnos, al fin, del vergonzoso pregуn de «їquiйn compra agua?» y de ver muchos que suben cubos de ella a un cuarto piso. Ahora bien, dнgame por favor, cuбntos animales bнmanos y bнpedos hay en Francia.
El geуmetra:
Dicen que hay unos 20.000.000 y yo acepto el cбlculo, que es muy probable, mientras se comprueba, cosa que serнa muy fбcil y que aъn no han hecho, porque nunca se piensa en todo.
El hombre de los cuarenta escudos:
їCuбntas fanegas de tierra tiene Francia?
El geуmetra:
Ciento sesenta millones; cerca de la mitad en bosques, lugares, villas y ciudades, pбramos, pantanos, arenales, terrenos estйriles, conventos inъtiles, jardines de recreo, mбs agradables que ъtiles, tierras sin cultivar, y tierras muy malas y peor cultivadas. Los campos que dan fruto, se pueden reducir a 100.000.000 de fanegas; pero, pongamos ciento cinco, porque no se diga que somos mezquinos con nuestra patria.
El hombre de los cuarenta escudos:
їCuбnto cree usted que da cada fanega, un aсo con otro, tйrmino medio, de trigo y de toda especie de semillas, vino, leсa, metales, animales, fruta, lana, seda, leche, aceite, etc., deducidos los gastos, y sin contar el impuesto?
El geуmetra:
Si una con otra produce 100 reales, serб todo lo mбs, pero contemos hasta diez escudos por no desalentar a nuestros compatriotas: tierras hay que dan hasta 100 por fanega, y otras que no producen arriba de uno; la media proporcional entre uno y ciento es diez, porque bien sabe usted que uno es a diez como diez es ciento. Bien es verdad que si hubiese muchas fanegas que diesen diez, y muy pocas que diesen ciento, no saldrнa la cuenta; pero vuelvo a decir que no me quiero parar en menudencias.
El hombre de los cuarenta escudos:
їY cuбnto producen en dinero los 105.000.000 de fanegas de tierra?
El geуmetra:
La cuenta es clara: 1.050.000.000 de escudos, valor actual de la plata.
El hombre de los cuarenta escudos:
He leнdo, no sй dуnde, que el rey Salomуn poseнa 100.000 millones de reales en dinero efectivo. En Francia no hay arriba de 9.900.000.000 en circulaciуn. Sin embargo, Francia es segъn me han dicho, un reino mucho mayor y mбs rico que el de Salomуn.
El geуmetra:
Eso es una incуgnita. Acaso no llega a 4.000.000.000 el dinero que circula en Francia; pero como pasa de mano en mano para pagar todas las mercancнas y todo cuanto se trabaja, un mismo escudo puede ir y volver mil veces del bolsillo del labrador al del tabernero y de йste al del recaudador de contribuciones.
El hombre de los cuarenta escudos:
Ya entiendo. Pero usted me ha dicho que йramos 20.000.000 de habitantes entre hombres y mujeres, niсos y viejos: їcuбnto toca a cada uno?
El geуmetra:
Cuarenta escudos poco mбs o menos.
El hombre de los cuarenta escudos:
Esa es cabalmente mi renta; cinco fanegas de tierra tengo, que contando los aсos de barbecho con los de producto, me valen 550 reales, que es poquнsima cosa. Asн pues, si cada uno poseyera igual porciуn de tierra їno obtendrнa mбs de 27 escudos y medio al aсo?
El geуmetra:
Nada mбs, segъn mi cбlculo que tal vez he exagerado un poco. La vida y el dinero son cosas limitadнsimas. En Parнs se vive en promedio, de veintidуs a veintitrйs aсos, y tiene 40 escudos anuales para sus gastos cada francйs. Esa cantidad representa lo que usted come, lo que gasta en vestirse, en muebles, en alquiler de casa, etc.
El hombre de los cuarenta escudos:
їQuй mal le he hecho a usted que asн me priva de mi vida y de mi dinero? їConque, no tengo mбs que veintitrйs aсos de vida, a menos que robe una parte de la de mis prуjimos?
El geуmetra:
Asн ocurre en la buena ciudad de Parнs; pero de esos veintitrйs aсos hay que quitar diez por lo menos de la niсez, porque los niсos no gozan de la vida que se preparan a vivir. La infancia es el vestнbulo del edificio, el бrbol que todavнa no da fruto, el amanecer del dнa. Quite usted ahora de los trece aсos que restan la mitad por lo menos de sueсo y de aburrimiento, y quedan seis aсos y medio, que se van en pesares, enfermedades, placeres fugaces y esperanzas baldнas.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎDios mнo! Segъn esa cuenta, apenas me quedan tres aсos de existencia tolerable.
El geуmetra:
No es culpa mнa. La naturaleza se preocupa muy poco de los individuos. Insectos hay, que no viven arriba de veinticuatro horas, pero su especie dura siempre. La naturaleza es parecida a los prнncipes ilustres a quienes no importa la pйrdida de 400.000 hombres en una batalla, con tal de llevar a cabo sus ambiciosos designios.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎCuarenta escudos y tres aсos de vida! їY quй remedio encuentra usted para estos dos males?
El geуmetra:
Para alargar la vida serнa necesario purificar el aire de Parнs, que fuese la gente menos viciosa, que hiciera mбs ejercicio, que las madres criasen a sus hijos, que no temiesen la inoculaciуn; todo esto, ya lo he dicho en alguna parte. En cuanto a lo demбs, lo mбs acertado es casarse, y hacer chicos.
El hombre de los cuarenta escudos:
їEntonces el medio de vivir bien es juntar mi pobreza con la miseria ajena?
El geуmetra:
Cinco o seis miserias juntas hacen un mediano bienestar. Con una mujer que trabaje, dos hijos y dos hijas, junta usted 300 escudos para el hogar, suponiendo que la reparticiуn sea igual, y que tenga cada individuo cuarenta escudos de renta. Los hijos en la primera infancia cuestan muy poco, cuando son grandes ayudan; su auxilio le ahorra a usted casi todo gasto, y vive feliz como un filуsofo, a menos que los seсores que gobiernan el Estado cometan el abuso de imponer a cada uno de ustedes 25 escudos de contribuciones al aсo. Por desgracia, no estamos en el siglo de oro, en que todos eran iguales, y tenнan la misma participaciуn en los pingьes beneficios de una tierra que producнa sin que la cultivasen. Hoy estamos muy distantes de que cada animal de dos pies y dos manos sea dueсo de una tierra que produzca 40 escudos al aсo.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎUsted nos quita el pan de la boca! Hace poco me decнa que en un paнs con 100.000.000 de fanegas de buena tierra y 20.000.000 de habitantes, le tocaban a cada uno 40 escudos de renta, y ahora nos los quita usted.
El geуmetra:
Sн, pero calculaba segъn los libros de caja del siglo de oro, y es menester contar con arreglo a los del de hierro. Muchos individuos hay que carecen de lo que representa el valor de 25 escudos de renta; otros que no tienen el de cuatro o cinco, y pasan de 6.000.000 los que no poseen nada.
El hombre de los cuarenta escudos:
Pero, esos se morirбn de hambre al cabo de tres dнas.
El geуmetra:
No por cierto, los que poseen les dan trabajo y asн son pagados el teуlogo, el confitero, el boticario, el predicador, el comediante, el procurador y el cochero. Usted se creнa digno de compasiуn porque no tiene mбs de 450 reales al aсo, reducidos a 400; pues vea a los soldados que vierten su sangre por la patria; y que a razуn de seis cuartos al dнa no suman arriba de 257 reales con 22 cйntimos, y a pesar de ello viven muy satisfechos y juntan sus ranchos.
El hombre de los cuarenta escudos:
Pues segъn eso, un ex jesuita tiene de pensiуn mбs de cinco veces la paga del soldado, aunque los soldados hayan rendido mбs servicios al Estado, a la vista del rey en Fontenoy, en Lewfelt y en el sitio de Friburgo que cuantos pudiera alegar el reverendo padre La Valette.
El geуmetra:
Eso es muy cierto, como lo es tambiйn que cada jesuita secularizado tiene mбs de lo que costaba a su convento, y muchos de ellos han ganado bastante dinero escribiendo folletos contra los parlamentos, como el reverendo padre Patouillet y el reverendo padre Nonotte. En este mundo cada uno se las ingenia como puede; йste dirige una fбbrica de tejidos, aquйl otra de loza, el otro es empresario de la Opera, uno compone la gaceta eclesiбstica, otro una tragicomedia o una novela al estilo inglйs, y entre todos mantienen al papelero, al fabricante de tinta, al librero y al encuadernador, que si no fuera por ellos pedirнan limosna. Todo se resume en que la restituciуn de los 40 escudos a los que nada tienen, hace que viva y florezca el Estado.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎLindo modo de florecer!
El geуmetra:
Pues no hay otro; en todo paнs el rico hace que viva el pobre, y esa es la ъnica razуn de ser de la industria. Cuanto mбs industriosa es una naciуn mбs ganancia obtiene de los extranjeros. Si logrбsemos de los paнses extranjeros 40.000.000 de reales al aсo, en el intercambio comercial, dentro de veinte aсos dispondrнa el Estado de 800.000.000 mбs, que serнan 40 reales mбs por cabeza que repartir; esto es, los negociantes harнan ganar a cada pobre 40 reales mбs con la esperanza de obtener ganancias todavнa mбs considerables. Pero el comercio tiene sus lнmites, lo mismo que la fertilidad de la tierra; si no se perderнa en el infinito; por otra parte, la balanza comercial no nos es siempre favorable; йpocas hay en que perdemos.
El hombre de los cuarenta escudos:
Muchas veces he oнdo hablar del aumento de poblaciуn. Si se nos ocurriese echar al mundo doble nъmero de chiquillos que ahora, si nuestra patria tuviese doble poblaciуn, y hubiese 40.000.000 en vez de 20, їquй sucederнa?
El geуmetra:
Que cada uno tendrнa 25 escudos menos, o bien, la tierra deberнa producir el doble de lo que produce, o que habrнa doble nъmero de pobres, o que serнa preciso duplicar la industria, y ganar doble en el comercio exterior, o enviar la mitad de la naciуn a Amйrica, o que la mitad de naciуn se comiera a la otra.
El hombre de los cuarenta escudos:
Pues contentйmonos con nuestros 20.000.000 de hombres y nuestros cuarenta escudos por cabeza, repartidos como Dios quisiera; pero esta situaciуn es muy triste, y el siglo de hierro muy duro.
El geуmetra:
Ninguna naciуn hay que sea mбs rica, y muchas hay que son mбs pobres. їCree usted que los paнses del Norte podrнan repartir por valor de 40 escudos a cada individuo? Si hubieran tenido el equivalente los hunos, los godos, los alanos, los vбndalos y los francos, no hubieran desertado de su patria para ir a establecerse en otra, arrasбndolo todo a sangre y fuego.
El hombre de los cuarenta escudos:
De creerle a usted yo soy un hombre feliz con mis 40 escudos.
El geуmetra:
Si cree usted que lo es, lo serб sin duda.
El hombre de los cuarenta escudos:
Nadie se puede figurar lo que no es, a menos de estar loco.
El geуmetra:
Ya he dicho a usted que para vivir con mбs holgura y mбs feliz es preciso que se case; pero aсado que su mujer ha de tener 40 escudos de renta como usted, es decir, 4 fanegas de tierra a 10 escudos la fanega. Los antiguos romanos no tenнan tanto. Si sus hijos de usted son laboriosos, podrбn ganar otro tanto cada uno trabajando para los demбs.
El hombre de los cuarenta escudos:
De modo que ellos han de ganar dinero para que lo pierdan otros.
El geуmetra:
Esa es la ley de todas las naciones, y a ese precio vivimos todos.
El hombre de los cuarenta escudos:
їY ha de ser forzoso que demos mi mujer y yo cada uno la mitad de nuestra cosecha al Estado y que se lleve el gobierno la mitad de lo que ganemos con nuestro trabajo y el de nuestros hijos, antes de que йstos puedan siquiera bastarse a sн mismos? їCuбnto dinero mete el gobierno en las arcas reales?
El geуmetra:
Usted paga 25 escudos por cinco fanegas de tierra que rinden 50; el rico que posee 500 fanegas pagarб 2,500 escudos, 100.000,000 de fanegas darбn al rey 500.000,000 de escudos al aсo, o sea, 5,500.000,000 de reales.
El hombre de los cuarenta escudos:
No lo creo posible.
El geуmetra:
Tiene usted razуn; y esa imposibilidad prueba matemбticamente que los cбlculos de nuestros ministros adolecen de una falsedad fundamental.
El hombre de los cuarenta escudos:
Y dнgame, їno es monstruoso quitarme la mitad de mi trigo, de mi cбсamo, de la lana de mis carneros, etc., y no exigir tributo alguno a los que ganan 40, 80 у 100.000 reales con mi cбсamo, tejiendo lienzos, con mis lanas, fabricando paсos, y con mi trigo, vendiйndolo mбs caro de lo que lo compraron?
El geуmetra:
Tan evidente es la injusticia de semejante administraciуn, como errado su cбlculo. Se debe fomentar la industria, pero tambiйn los grandes rendimientos de la industria deben tributar al Estado. Cosa es demostrada que los intermediarios le han quitado a usted parte de sus cuarenta escudos, que se han apropiado vendiйndole a usted mismo, sus camisas y sus vestidos veinte veces mбs caros que le hubieran costado si se los hubiera hecho usted. Confieso que el fabricante que a costa de usted se ha hecho rico, proporcionу un jornal a sus oficiales, que nada propio tenнan; pero ha retenido cada aсo una cantidad para sн, que al cabo le valieron 10,000 escudos de renta. Ganу, pues, este capital, a costa de usted, y usted nunca podrб venderle a йl sus productos, tan caros, que se pueda resarcir de lo perdido en lo que йl le comprу a usted. Y si usted pudiera subir su precio de venta, йl los traerнa del extranjero mбs baratos. La prueba de que asн sucede, es que los 10,000 escudos de renta del intermediario aumentan, mientras los 40 de usted no aumentan, y muchas veces disminuyen. Por tanto, serнa necesario y conforme a la equidad, que pagase mбs el comerciante que el labrador. El mismo principio rige respecto a los intendentes de hacienda. Antes que nuestros grandes ministros le quitasen a usted 20 escudos, pagaba 4, de los cuales el intendente se quedaba con 2 reales para sн; de suerte que si en la provincia de usted hay quinientas mil almas, habrб ganado 1.000,000 de reales al aсo; y suponiendo que gaste 200,000, es claro que al cabo de diez aсos tendrб un capital de 8.000.000. Justo serнa que йl pagase un impuesto sobre sus ganancias.
El hombre de los cuarenta escudos:
Le agradezco mucho que con su teorнa tenga tambiйn que pagar impuestos el intendente; con eso se alivia mi imaginaciуn. Pero si йste sabe aumentar sus ganancias, їno habrб medio para que yo aumentase tambiйn mi pobre peculio?
El geуmetra:
Ya le he dicho: cбsese, trabaje y procure sacar de la tierra algunas espigas mбs de las que antes producнa.
El hombre de los cuarenta escudos:
Supongamos que trabajo mucho, que todo el paнs hace lo mismo, que el Estado cobrу mбs impuestos, їquй provecho obtendrб la naciуn al cabo del aсo?
El geуmetra:
Ni un ochavo, a menos que sostenga un comercio exterior ventajoso. Pero el individuo habrб vivido mejor, habrб tenido mбs vestidos, mбs camisas y mбs muebles que antes; y la circulaciуn monetaria serб mayor. A ello se sigue aumento de jornales casi en proporciуn al nъmero de sacos de trigo, de vellones de carnero, de pieles de bueyes, venados y cabras que se hayan trabajado, de racimos de uvas llevadas al lagar. El rey tendrб mбs dinero dentro de sus arcas, pero no habrб un solo escudo sobrante en todo el reino.
El hombre de los cuarenta escudos:
Entonces, їquй remanente le queda al Estado?
El geуmetra:
Ninguno. Y es bien que asн suceda. El Estado ha atendido a sus necesidades y lo mismo han hecho los ciudadanos, cada uno con arreglo a sus medios. No hay atesoramiento. Si lo hace, priva a la circulaciуn de todo el dinero que acumula, y hace tantos miserables como pilas de a 50 escudos guarda en sus arcas.
El hombre de los cuarenta escudos:
Segъn eso, nuestro gran Enrique IV era un avaro y un estrujador del pueblo, pues tenнa en la Bastilla un depуsito de 200.000.000 de reales.
El geуmetra:
Enrique IV era un monarca tan prudente y bueno como valeroso. Dispuesto a emprender una guerra justa, creу una reserva de 110.000.000 de reales, moneda de entonces, dejando mбs de otros 80 millones en circulaciуn. Supo ahorrar a su pueblo mбs de 400 millones que le habrнa costado, si hubiese procedido de otro modo; el triunfo sobre un enemigo desprevenido, era seguro, segъn todo cбlculo de probabilidades.
El hombre de los cuarenta escudos:
Con razуn se ha dicho que proporcionalmente йramos mбs ricos bajo el gobierno del duque de Sully, que bajo el de los nuevos ministros, autores de la contribuciуn ъnica, y que me quitan 20 escudos de los 40 que tengo. Dнgame usted, se lo ruego, si existe alguna naciуn en el mundo que disfrute del exquisito beneficio de la contribuciуn ъnica.
El geуmetra:
Ninguna entre las grandes. Los ingleses, que no son muy propensos a la risa, se han echado a reнr al enterarse de que se habнa propuesto en nuestro paнs, y por hombres de talento, semejante idea. Verdad es, que los lapones y samoyedos pagan una contribuciуn ъnica en pieles de marta, y que la Repъblica de San Marino no paga mбs que el diezmo, con lo que mantiene el esplendor del Estado.
En nuestra Europa existe una naciуn cйlebre por su culto a la justicia y el valor de sus hijos, en la que no hay en realidad impuesto: el pueblo helvйtico; pero lo que sucede es que este pueblo recibe las antiguas rentas de los duques de Austria y Zeringen. Los cantones chicos son democrбticos, y cada habitante paga una pequeснsima suma para las necesidades del Estado. En los cantones ricos, se nutren de los censos que cobraban los archiduques de Austria y los seсores de villas y lugares. Los cantones protestantes son mбs ricos que los catуlicos, porque el Estado posee los bienes que fueron de los frailes. Asн, quienes antes eran vasallos de los archiduques de Austria, de los duques de Zeringen y de los frailes, lo son hoy dнa de la patria, y pagan a la patria los mismos diezmos, los mismos derechos y el mismo laudemio que pagaban a sus seсores antiguamente; y como, en general, los suizos trafican poco, no estб sujeto el comercio a impuesto ninguno, como no sean derechos de escasa importancia. Los hombres comercian sus personas propias con las potencias extranjeras, y se venden por algunos aсos, con lo cual obtiene el paнs saneados ingresos a costa ajena; y es un ejemplo que no tiene par en las naciones civilizadas, como tampoco lo tiene la contribuciуn ъnica establecida por nuestros legisladores.
El hombre de los cuarenta escudos:
їAsн que, seсor, a los suizos no los privan por derecho divino de la mitad de sus bienes, ni da dos vacas al Estado el que no posee mбs que cuatro?
El geуmetra:
Ni por pienso. En un cantуn que produzca trece toneladas de vino dan uno, y se beben doce; y en otro pagan la duodйcima parte, y se beben once.
El hombre de los cuarenta escudos:
ЎAh! Suizo me vuelvo. ЎMaldita contribuciуn la inicua y ъnica que me conducirб a pedir limosna! їPero, acaso son mбs justos y mбs llevaderos otros trescientos o cuatrocientos impuestos que ni aun sus nombres puedo conservar en la memoria. їNo los hay por el peso del carbуn, el aforo del vino, la molienda de la aceituna, la fabricaciуn del jabуn? Y todo ello para mantener ejйrcitos de granujas, mбs crecidos que el de Alejandro Magno, mandados por generales que entran a saco en un paнs, alcanzan ilustres victorias, hacen prisioneros, y hasta los ahorcan o degьellan, como hacнan los antiguos escitas, segъn he oнdo decir al cura de mi parroquia, їEra mejor ese sistema, contra el cual se levantaron tantas protestas e hizo verter tantas lбgrimas, que el que del primer envite me priva sencillamente de la mitad de mi existencia? Mucho me temo que, si bien se considera, el mйtodo antiguo no era peor, pues йste no quita a pellizcos las tres cuartas partes de nuestra hacienda.
El geуmetra:
«Iliacos intra muros peccatur, et extra...»
«Est modus in rebus...»
«Caveas ne quid nimis»
El hombre de los cuarenta escudos:
Yo sй algo de historia y de geometrнa, pero no entiendo el latнn.
El geуmetra:
Mi latнn significa: «ambos criterios se engaсan; en todo se ha de guardar moderaciуn; nada en demasнa».
El hombre de los cuarenta escudos:
Nada en demasнa; sн, seсor, en ese caso me encuentro yo, puesto que no tengo lo suficiente.
El geуmetra:
Convengo en que se morirб usted de hambre, y yo tambiйn, y el Estado tambiйn, suponiendo que la nueva administraciуn dure dos aсos mбs; esperemos que Dios tenga misericordia de nosotros.
El hombre de los cuarenta escudos:
Esperando se pasa la vida, y esperando se muere uno. Quede usted con Dios; salgo instruido, pero desconsolado.
El geуmetra:
Ese es muchas veces el fruto de la ciencia.